Eduardo Nicolai
Artista Plástico
…Cuando Carlos Vairo me avisó, “mañana sale el último viaje de la temporada (98/99) a la Antártida,… decidí si queréis ir…, tenés dos horas”, se me amontonaron emociones, recuerdos, encrucijadas y mil cosas mas que condicionaron los minutos que siguieron a lo que pocos días después, sabría entonces, sería una de las desiciones más acertadas de mi vida… En mi, estaba creciendo un nuevo y diferente vínculo con el agua que determinaría gran parte de mi relación con las artes plásticas, al menos en los 20 años que le siguieron… una nueva forma que provendría de la incontrolable relación entre la pintura, el agua y el papel. Tuve durante años la posibilidad de viajar a la Antártida siendo personal civil de la Armada Argentina aunque siempre la rechacé, pero esta vez había algo que me emocionaba. El acuerdo con Museo Marítimo era realizar una exposición de pinturas inspiradas en el viaje, de modo que Antártida y acuarela confluían armoniosamente en un proyecto verdaderamente estimulante. Descripción Para completar, el viaje estaba planeado como “siguiendo los pasos de Shackleton”, es decir, la travesía incluía los puntos mas importantes donde había estado el navegante con su tripulación, con presentaciones, charlas, videos y fotografías que recreaban aquella epopeya…
Durante los veinte días que duró el viaje mi ojos solo veían acuarelas; el agua en sus distintos estados protagonizaba la escena, la inmensidad del paisaje, el color, las textura de los hielos con sus transparencias, las piedras enormes salpicadas por los excrementos de millones y millones de pingüinos, mamíferos y todo tipo de aves, exuberancia e inmensidad por doquier, todo enmarcado en un clima tan hostil, salvaje y condicionante que hacía insignificante toda presencia humana… Por aquellos días una clara sensación se fue apoderando de mi, no encontraba siquiera una mínima posibilidad de expresar o transmitir con acuarelas lo que estaba presenciando… mas aún, la simple representación estética a través de la esquiva técnica que había elegido, si bien encajaba con el agua como hilo conductor, no era suficiente y presentía que había más… mucho mas!…
La visita a “Deception Island” completó aquel sentimiento. Un volcán semienterrado con aguas termales emergiendo de un suelo de grava volcánica, base ballenera abandonada con presencia de tanques descomunales, oxidados y a la vez pulidos por el viento, sepultados a medias en un equilibrio inestable, hierros, mega-grifos, caños, botes de madera y casillas a punto de colapsar, repletas de estanterías con latas de alimentos… un auténtico mensaje apocalíptico emanaba de aquella “instalación” a cielo abierto, donde el paso de “la civilización” dejó su huella bien marcada… y dejó también en mi, una impronta que fue un poco saldada con algunas obras de carácter mas personal, usando otras técnicas, soportes y materiales… el resultado es una serie de pinturas donde las formas se sostienen en un equilibrio imperfecto, con colores y texturas diversas un espacio ambiguo… una reacción a ese tremendo y profético espectáculo…
Antártida está allí… nos interpela, sabe que a pesar de nuestra insignificancia, nuestra capacidad de daño es enorme… su inmensidad y belleza nos imponen respeto y generosidad, nos condicionan con las generaciones que nos siguen, como siempre dependerá de nosotros preservar esta maravilla…